jueves, 12 de abril de 2007

Manifiesto de Sr. Princesa

“Estupidez inteligente”

Tras largos años de recorrido intelectual, puedo estar seguro en estos momentos de que ha llegado el momento de proclamar nuestro nuevo pensamiento y nuestra nueva doctrina derivada de ella.

Ahora, que el Perú vive uno de sus peores momentos, en el que “las cortinas de humo” son comunes en nuestro acontecer cotidiano cuando vemos por los medios informáticos esos supuestos acontecimientos “importantes” que nos hacen desviarnos del verdadero camino; en que la fe por una nueva esperanza y un nuevo amanecer en la vida de los peruanos, que quieren algo más que arrastrarse para conseguir un mísero pedazo de pan, un mísero trozo de comida o de cualquier otra cosa que el “populacho dorado” da con “magnificencia”, y también que siente que ya no aguanta más, que ha llegado la hora de que esto cambie, de que esto termine; en la vida de esos peruanos que tienen mucho que dar para poder recibir con creces el fruto de sus esfuerzos, el fruto de su largo trajinar cotidiano, es cuando podemos estar seguros de que todo esto ya acabó y el futuro ya lo marcamos como los nuevos portavoces de un nuevo amanecer para todos, un nuevo futuro para nuestros hijos, para nuestros nietos, para toda nuestra generación venidera que no merece estar aquí al menos que nosotros mismos nos pongamos manos a la obra para poder cambiar todo esto y decir por fin que hemos vencido, que nuestra obra está concluida y que aún así nuestro esfuerzo es infinito y no parará hasta ver que nuestro país sea el país respetado por todos, el país en el que los hijos y los hijos de los hijos se sientan como una vez se sintieron los incas, esos antepasados memorables y de los cuales estamos orgullosos, a través de toda la historia.

¿Quién soportará todo esto? El respeto se marca cuando el que impone aquello, tiene que reclamar para sí que él mismo es parte de una larga historia, y que esa historia se respeta, y que la raza es sagrada, y que el deber de todo patriota es el de vencer para su patria, vencer en la miseria, vencer en las dificultades; es por eso, que a partir de ahora, toda nuestra fe estará puesta en eso, en ese objetivo ineludible, el hacer que el Perú sea el verdadero y el que siempre fue, el verdadero Imperio del Sol.

La educación está por los suelos; se hace una evaluación para hacernos pensar que ya tenemos profesores cualificados, que han venido verdaderos cambios; pero, en cambio, ¿qué vemos por todos lados?: Desprecio por lo nuestro, ignorancia de lo nuestro, y claro, no hablemos de lo que piensan y hacen nuestros queridos congéneres “burgueses” y “aristócratas”, esos que se enorgullecen de ser los verdaderos “cultos”, los verdaderos “educados”, los verdaderos “gente”. Pues yo digo, que esa gente ya murió para nosotros y no significan nada ahora, que todo esto no fue más que un error en la historia, un error que nunca debió suceder; es por eso, que a partir de ahora, estará completamente prohibido hablar mal de nuestro país: Es el colmo de los colmos -el “acabóse”-, el que un peruano “cholo” hable mal de su propia tierra que le cobija y que le vio nacer, que le vio crecer y que ve cómo se queja día tras día debido a que se perdió la fe: ¡porque nos enseñaron a hacerlo! Pues, a partir de ahora, todo lo peruano será santificado, todo lo nuestro será obra nuestra y ¡estemos orgullosos de ello! ¡Aprendamos a aceptar lo nuestro! ¡Es nuestro deber, es nuestra fe, es nuestra esperanza!

Se dice que los peruanos –o sea nosotros- somos mal educados, malcriados, rateros, delincuentes por antonomasia. ¡Eso lo dijeron los de afuera! Eso no es cierto. Sólo algunos que no amaron bien a su patria, podrían haber dado esa fama, esa mala fama que se nos achaca. Es por eso, que a partir de ahora, nuestra nueva fe nos debe mandar decir y obedecer esta nueva consigna: Aquél que no ama su patria, es un delincuente, por lo tanto, merece ser deportado y no volver nunca a su patria. ¡Aquél que no ama su patria es por ignorancia… y supina!

Ahora, estimados compatriotas, amigos en el dolor y la alegría, en la victoria y la desgracia, puedo conferirles mi verdadera fe, mi verdadera profesión de fe y de esperanza: ¡Seamos peruanos de una vez por todas, seamos de una vez esos peruanos que amamos nuestra patria y creemos en nuestra obra! ¡Muerte o victoria, camaradas! ¡Salve la victoria!

No hay comentarios: